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  • Foto del escritorMarina Lillo García

Danzar encadenado


Ocean (Merce Cunningham y John Cage)
Ocean (Merce Cunningham y John Cage)

El texto de investigación de Antonio Juarez sobre los límites de las disciplinas artísticas de la arquitectura y la danza (movimiento corporal, y música), ha sido clave para la comprensión plena de los ejercicios realizados las últimas semanas de DAI.


En él, se exploran recorridos y relaciones, también las formas que ambas tienen de organizar la materia, el movimiento y el espacio.


Uno de los conceptos tratados que más me ha interesado es el de desdibujar el carácter monumental de la danza y la arquitectura. Se encuentra gran belleza en la cotidianidad, en lo originario y primitivo del movimiento y la morada. Aportando gran carga representativa y escénica a cualquier gesto, incluso a la inmovilidad de la propia presencia.

Esto pone en crisis la idea de simulación y de interpretación, destruye la alegoría convirtiendo la experiencia de la realidad y la relación, en lo más potente de estas disciplinas.


Los cuerpos, movidos por necesidades internas y fuerzas externas, responden a las configuraciones de los espacios, habitan las salas. Se relaciona nuestro cuerpo con el exterior a través de la piel a la vez que la arquitectura nos relaciona con el territorio. Configurando así sucesivas envolventes que nos emplazan en el mundo y nos permiten relacionarnos con él de distintas formas.


El dibujo de diagramas como actividad que vincula la acción de coreografiar y la de proyectar. Los dibujos que marcan el movimiento de los cuerpos y los que comienzan a croquizar ideas a partir de la imprecisión de lineas sucesivas, gestos en el papel, situación larvaria de formas primigenias que nos llevan a danzas o arquitecturas.


Me sorprendió que a partir de la mitad, el texto comenzó a tratar una idea que últimamente me tenía en crisis de conceptos: los límites y las esclavitudes físicas y teóricas de la arquitectura.

De ahí el título del texto "Danzar encadenado" ya que siempre se produce esa disparidad entre lo necesario y lo imaginario, las rígidas condiciones de la realidad, el contexto y la necesidad existencial de la exploración experimental de todas las posibilidades espaciales. Lo relaciona con las limitaciones físicas de la corporalidad en la danza.

Esto me interesa, imaginar y proyectar desde un marco ficticio sin limitaciones espaciales ni conceptuales, es por una parte extremadamente necesario y por otra peligroso.

Lleva a exploraciones plásticas y formales muy interesantes, se encuentran nuevas ideas a las que jamás se habría llegado en el marco de la realidad. Pero la arquitectura, llevada a la práctica, tiene una implicación muy profunda en la realidad. Grandes consecuencias en los territorios en los que se construye. La idea del arquitecto como gran pensador que plantea edificios desde su genialidad, desde lo formal y lo plástico, desde lo imaginario, implantando las construcciones sobre terrenos, barrios, ciudades, pueblos... para permanecer allí. Empleando materiales, necesitando fuerza de trabajo...

Mucha de la exploración de las vanguardias del siglo XX (a parte de abrir un enorme marco de posibilidades antes inexploradas y de aportar importantísimos conocimientos sobre las disciplinas artísticas y sus fronteras) ha resultado en muchos casos, en arquitecturas sordas y ciegas a su contexto, que solo son discurso y forma, no entendido por las personas que lo habitan. Elitista, capacitista y capitalista.

(Todo esto solo era una excusa para divagar un poco sobre estas ideas, remarcarme en la contradicción, no se me da muy bien llegar a conclusiones.)


Sin duda, comprender la arquitectura y la tarea proyectual desde el cuerpo es todo lo contrario a ser sordo y ciego ante el contexto. Estudiar los bordes del territorio y de nuestro cuerpo para reconocer y comprender nuestra forma de habitarlo se vuelve en este momento, no solo una posibilidad de exploración sino algo extremadamente necesario.


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